Amalia Pareja, nos envía su escrito para nuestro concurso "Cuéntanos tu Historia"; una mirada hacia atrás, hacia nuestros "orígenes", nuestras ilusiones... Muchas gracias por participar y cooperar con centroopticogranvia
Si miro atrás buscando la mejor aventura de mis días en la
naturaleza, no puedo dejar de acordarme de esa primera vez en la que sentí que
la vida era algo más que forjarse un hueco en el asfalto de la ciudad. Tengo que
hablar,forzosamente, de la amistad que he mantenido todos estos años con mi
amiga "M", a quien ví por vez primera cuando apenas contábamos 5 años y con
quien he tenido la suerte de compartir todos esos años de la adolescencia y
juventud en los
que luchábamos por descubrir el sentido de la vida que se nos ofrecía y el lugar
donde estarían todas aquellas experiencias que sabíamos existían y ansiábamos
vivir.
Una de tantas tardes que pasábamos juntas nos topamos con un cartel que
anunciaba un encuentro de escaladores en la “Cañada de las Hazadillas”
organizado por el Club Alpino “El Lagarto”. Nos miramos y, pareciéndonos a las
dos una genial idea, subimos a inscribirnos esa misma tarde, decisión que
marcaría el rumbo de nuestras vidas para siempre.
Fue en estos días de convivencia en el campo donde conocimos
a algunos de los que hoy día siguen siendo nuestros amigos, y, aunque en
principio, nuestra única pretensión era la de disfrutar de unos días de campo
realizando alguna que otra excursión, pronto nos dimos cuenta que había toda una forma de
vivir que se abría ante
nuestros ojos.
En uno de estos paseos programados subimos a pie de vía de esas grandes paredes de caliza que se levantan
en nuestra Sierra Sur llamadas “Alcandoras” .
Yo no sabía nada de escalada, ni de grados, ni de nombres, tan solo que allí
arriba, en esa gran pared, que roza en algunos puntos los 300 metros, había dos personas a las que apenas se
distinguía, y sentí una gran admiración y un escalofrío recorrió toda mi espalda
deseando ser yo la que estuviera en el lugar de alguno de aquellos escaladores.
Pronto pregunté el nombre de los chicos para más tarde acribillarlos a preguntas
sobre que tendría que hacer una chica como yo para poder subir una pared como
esa.
Así fue como pasamos a ser miembros del citado club durante
algún tiempo. De nuestro paso por él siempre he tratado de quedarme con lo
bueno, que no fue poco, ya que nos permitió tener acceso al material necesario
para poder escalar, en
una época en la que no contábamos con medios económicos
propios para iniciarnos en
este tipo de actividad. Pero lo más importante fue poder conocer a aquellos que
quisieron ayudarnos y
mostrarnos un deporte que
pronto vimos que, simplemente, había pasado a ser nuestro estilo de
vida.
Gracias a todos los que me habéis conducido a lo que soy ahora, a "N.L." por haber hecho aquel día la “Marionetas” y despertar aquella necesidad de tocar la roca, a "C", por su amistad y dedicación en aquellos primeros momentos, sin pedir nunca nada a cambio, a "R" y "M" por pasearme por los extraplomos del Veleta, a “J” por tantas madrugadas de carreras hacia la Mella y tantos amaneceres juntos, por esa primera vía larga, “Ricardo Cruz”, y por otras que le siguieron en Mingo, a "P", por todas esas calurosas tardes de Frontón, al “K” por su siempre enérgica y alegre compañía, al travieso “B”, que lo quiero desde siempre, a "M" y su gran corazón y todos esos pegues a las vías de la “Cantera”, a mi amigo "J.H.", por compartir su sabiduría y buen hacer en el monte, todo un lujo de persona en estos tiempos; y sobre todo, a mi gran amiga "M" por haberme acompañado siempre.
Algunos me habré dejado y
otros que no he nombrado,
aún habiendo dejado
cicatrices en el alma,
forman parte de la lista, pues es todo el conjunto, toda esta maraña de personas
y lugares, la que condujo mis pasos hacia lo que soy hoy, hacia encontrar en la huída
al hoy padre de mis hijas
en el lugar que da nombre
a la mayor de ellas.
Y esta gratitud que
siento hacia todo realmente infinita, pues cuando miro atrás y recuerdo aquellos
años, cierro los ojos y saboreo algo que nadie, después de haberla probado,
podrá quitarme, y que espero poder trasmitir a mi familia, la
libertad.
Amalia
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