Os dejamos con la primera e interesantísima entrega de las dos que nos envía Inma Garrido dedicada a la motivación en el ámbito general deportivo con connotaciones particulares en el mundo de la escalada.
"Hay una fuerza
motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica. Esa
fuerza es la voluntad." (Albert Einstein)
El impulso, el motivo por el que
verdaderamente hacemos las cosas es la motivación. Ésta es la que nos moviliza
para lleva a cabo determinadas acciones, para conseguir lo que queremos,
persistiendo ante los problemas, no rendirnos para finalmente, y si todo es
propicio, conseguir la meta por la que previamente se ha trabajado.
La motivación “es una variable psicológica que mueve al
individuo hacia la realización, orientación, mantenimiento y/o abandono de las
actividades físicas/deportivas, que suele estar determinada por la asociación
cognitiva que el sujeto hace de las diferentes situaciones (si es positiva,
mayor motivación; si es negativa, menor motivación; si es neutra, dependerá de
la construcción cognitiva que realice por la influencia del entorno y de sus
propias convicciones), en función de una serie de factores (individuales,
sociales, ambientales y culturales)”(Dosil, 2004, p. 129). Por tanto, en el
campo de la actividad física y deportiva tanto en el entrenamiento como en la
competición es una variable que resulta crucial, pues facilita que el organismo
de los deportistas se encuentre alerta, física y mentalmente, para afrontar con
éxito las demandas concretas que le plantean ambos contextos.
La motivación, en los deportistas
de competición, contribuye a impulsar al deportista a la consecución de máximo
rendimiento deportivo. Por tanto, el primer objetivo de un entrenador es
conocer el nivel de motivación del deportista, si es suficiente, y en caso
contrario, cómo estimularla, siendo plenamente consciente que esta fluctuará a
lo largo de todo el ciclo de entrenamiento.
Si además se tiene en cuenta que
la motivación es “un factor disposicional” (Dosil y Caracuel, 2003), que
difiere de unas personas a otras y que, puede aumentar o disminuir en un mismo
individuo, dependiendo de ciertos factores biológicos, sociales y/o
ambientales, podremos prevenir posibles déficits de motivación y trabajar sobre
el mantenimiento de niveles óptimos en cada momento manipulando aquellos factores sociales y
ambientales más determinantes.
En definitiva, sin motivación no hay acción. Sin las
dosis de motivación adecuada el rendimiento o la ejecución del deportista se
encontrará en un nivel muy por debajo de su potencial real, de forma que
conocer la causa de la desmotivación, los tipos de motivaciones que nos mueven
y algunas de las estrategias para incrementarla, puede ayudarnos a mejorar el
rendimiento de nuestros deportistas.
Respecto a los tipos de
motivación y las estrategias a emplear, existen múltiples teorías y clasificaciones,
sin embargo, en el ámbito del rendimiento deportivo podemos señalar los
siguientes tipos (Buceta, 1999):
*En función del
compromiso del deportista con su actividad:
Motivación Básica: se
refiere al compromiso o interés que se tiene por un deporte, conseguir algunos
objetivos o resultados deportivos y los beneficios que aportarán los mismos. Es
la que contribuye a que los deportistas acepten inicialmente el compromiso de
practicar con regularidad y se dediquen al deporte en la medida establecida. En
el deporte de competición, correspondería al interés y ambición de los
deportistas por los resultados deportivos, su rendimiento personal y/o las
consecuencias beneficiosas de ambos. La ausencia de motivación básica, provoca
que los deportistas no adquieran el suficiente compromiso como para afrontar
retos deportivos ambiciosos. Este tipo de motivación nos hace valorar los
beneficios que va a aportarnos practicar ese deporte o buscar un objetivo, e
igualmente sus costes, que se tienden a minimizar.
Por ejemplo, en el caso de la
escalada al deportista le reconfortarían aspectos como ganar una competición,
conseguir encadenar una vía en la que llevaba trabajando tiempo, etc.
La motivación básica puede ser
tratada por los profesionales del deporte manipulando variables como:
- -La utilización de modelos impactantes para los
deportistas.
- -La percepción de que se pueden obtener
interesantes beneficios de su participación en la actividad.
- -La relación entre costes beneficios le resulte favorable.
- -Uso de objetivos a largo y corto plazo
atractivos y alcanzables
- -Hacer partícipe al deportista de la decisión de
hacer deporte en unas determinadas condiciones.
- -Establecimiento de compromisos.
- -Visualizar la meta que le gustaría conseguir.
Describir una imagen del deportista con el objetivo cumplido y llevarla a la
mente en repetidas ocasiones para integrarla y hacerla suya.
El mantenimiento de una
motivación básica estable conlleva el desarrollo de elementos fundamentales
para la práctica deportiva como pueden ser:
- -La adherencia al entrenamiento.
- -Disciplina y la lucha por alcanzar metas
personales.
- -Constancia en el esfuerzo.
- -Resistencia a la frustración.
Motivación Cotidiana: se refiere al interés
del deportista por la actividad diaria ‘per se’ y la gratificación inmediata
que produce ésta, con bastante independencia de los logros deportivos. Tendría
especial relación con el disfrute de la actividad y las circunstancias que le
rodean, a la diversión y disfrute que
produce en un deportista haber realizado un entrenamiento más, consiguiendo
unos objetivos determinados y compartiendo ese tiempo con compañeros y
entrenadores, con los que se mantiene una relación positiva y existe un buen
ambiente de trabajo.
En este sentido, los factores que
determinan el incremento y fortalecimiento de la motivación cotidiana, y con
los que los profesionales del deporte pueden trabajar son los siguientes:
-Que el ambiente de trabajo resulte agradable y
las relaciones interpersonales satisfactorias.
- -Novedad y variedad: que la práctica diaria
incluya actividades interesantes y variadas.
- -Que las actividades planteen retos sugerentes.
- -Planteamiento de retos inmediatos o muy
cercanos.
- -Satisfacción personal: que se diviertan.
- -Reforzamiento social: que se sientan atendidos
por el responsable, recibiendo información y ánimo.
- -Percepción de dominio de las tareas y progreso:
que aprendan cosas relevantes, percibiendo las mejoras y el control de la
actividad.
Estos tipos de motivación
correlacionan positivamente con el rendimiento deportivo, de forma que una
elevada motivación básica favorece la buena disposición de los deportistas
hacia la actividad y por tanto, a la adherencia al entrenamiento. Mientras que
índices elevados de motivación cotidiana propiciará que las experiencias de
entrenamientos diarios sean más gratas. Por ejemplo, un escalador puede ser
capaz de tener una elevada motivación básica (gana dinero, puede conseguir fama
y reconocimientos, patrocinios) y baja motivación cotidiana (mal ambiente en el
equipo, actividades de entrenamiento rutinarias y repetitivas,…), con lo que su
rendimiento se vería afectado negativamente.
De esta forma, la combinación
apropiada para conseguir el máximo rendimiento, debe incluir: una buena dosis
de motivación básica competitiva (una motivación estable por los logros
deportivos y sus consecuencias), junto a una motivación cotidiana (más
específica por la propia actividad) centrada en el disfrute y los incentivos
que hagan atractivo y gratificante el entrenamiento diario.
Inma Garrido
Inma Garrido
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